jueves, 2 de septiembre de 2010

Manómetro.

Pues sí, hoy lo he vuelto a ver, iba con ese polo blanco que le sienta tan bien, han sido unos segundos, él estaba en la calle y yo dentro, en el manómetro (bar) tomándome un Nestea. Él había mirado desde la calle, como si hubiese quedado con alguien allí. Ha sido una sensación muy rara, he querido odiarle, pero no he podido. Me ha dado un vuelvo en el corazón, creo que él también me vió, pero su cara de pasotismo total justifica que esa despedida fuera tan fría.

He pensado en milésimas de segundos que hacer; salgo a la calle y le saludo, o me quedo quieto, sentado, bebiéndome mi refresco.
Elegí la segunda opción, ya que tenía una alta probabilidad de que me mandara otra vez a la mierda y sinceramente, no hay que forzar los sentimientos.

4 comentarios:

  1. Hola, he llegado aquí por casualidad y me gusta el trato tan personal de tu blog, espero me permitas visitarte en adelante.

    En cuanto a tu post, a veces nos hacemos ilusiones o esperamos más de lo que deberíamos y eso puede hacernos daño, pero, ¡ es tan importante amar y ser amado que a veces bajamos la guardia. !.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Pues claro que te dejo!!!
    A veces no es sólo ilusiones, es como montar un castillo de arena a medio metro del agua, te da tiempo hacer uno grandioso, perfecto, pero de pronto llega una simple marea y le devuelve su forma natural, ser arena y no castillo.

    Muchas Gracias!
    Y nos vemos por aquí!

    ResponderEliminar
  3. Tu ni caso que no merece la pena; ya se que mi opinión te da igual pero enserio, no la merece :)

    ResponderEliminar
  4. Gracias!!! jeje, te haré caso.

    ResponderEliminar